Dominio animal

“En el mismo momento del Génesis está escrito que Dios creó al hombre para confiarle el dominio sobre los pájaros, los peces y los animales. Claro que el Génesis fue escrito por un hombre y no por un caballo. No hay seguridad alguna de que Dios haya confiado efectivamente al hombre el dominio de otros seres. Más bien parece que el hombre inventó a Dios para convertir en sagrado el dominio sobre la vaca y el caballo, que había usurpado. Sí, el derecho a matar un ciervo o una vaca es lo único en lo que la humanidad coincide fraternalmente, incluso en medio de las guerras más sangrientas.”
(Milan Kundera,La insoportable levedad del ser)
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Dejarse llevar

“Como la vida, el baloncesto es confuso e impredecible. Tiene su manera de ser contigo. No importa lo mucho que desees controlarlo. El truco es experimentar cada momento con la mente clara y el corazón abierto. Cuando haces esto, el deporte, y la vida, se cuidarán de sí mismos.” (Phil Jackson)
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Volar el puente

“Mi familia estaba formada por nórdicos puros, es decir, idiotas. Suyas eran todas las ideas equivocadas que se hayan podido exponer en ese mundo. Una de ellas era la doctrina de la limpieza, por no hablar de la probidad. Eran penosamente limpios. Pero por dentro apestaban. Ni una sola vez habían abierto la puerta que conduce hasta el alma; ni una sola vez se les ocurrió dar un salto a ciegas en la oscuridad. Después de comer, se lavaban los platos con presteza y se colocaban en la alacena; tras haber leído el periódico, se plegaba cuidadosamente y se guardaba en su estante; después de lavar la ropa, se planchaba y doblaba y luego se guardaba en los cajones. Todo se hacía pensando en el mañana, pero el mañana nunca llegaba. El presente sólo era un puente, y en él siguen gimiendo, como el mundo, y ni a un solo idiota se le ocurre volar el puente.” 
(Henry Miller, Trópico de Capricornio)
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Tempus fugit

“En cualquier lugar que estuvieran, recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera.” (Gabriel García Márquez, Cien años de soledad)
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