Mentiras

“Las personas que hablan con esa sinceridad tienen los días contados en una empresa. Las oficinas están hechas de mentiras. A diario tenemos que fingir que nos gusta la gente con la que trabajamos, que estamos satisfechos con nuestros empleos, que estamos convencidos de que nuestra empresa es mejor que la competencia (…) Estoy orgullosa de mis mentiras, de mi capacidad de adaptar mi comportamiento a las circunstancias y espero que mis hijos aprendan la lección. Hace poco le pregunté a mi hija de 17 años cuántas mentiras había soltado ese día. «Ninguna», respondió. Me preocupó que incluso la respuesta fuera mentira, aunque más me inquietó que no supiera mentir. Me tranquilizó darme cuenta de que eran las 8 de la mañana; a esas horas, todavía no había tenido tiempo de pronunciar una sola palabra.”


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