Los mapaches y las certezas

“Cuando era un muchacho interesado en la Naturaleza, leí en uno de mis libros que los mapaches siempre lavan su comida antes de comérsela. Mi padre me había dicho lo mismo y, por otra parte, siempre había visto a los mapaches haciendo chasquear su comida junto a un torrente, de modo que no tenía demasiadas razones para dudar.

El libro explicaba que su conducta no consistía realmente en limpiar los alimentos, sino sólo en humedecerlos, debido a que los mapaches carecen de glándulas salivales. Me parecía una explicación razonable, y durante mucho tiempo conservé en mi cabeza aquel fragmento de saber tradicional, que pasó a formar parte de mi propia infancia.

Un verano, sin embargo, durante un periodo de prolongada sequía, una familia de mapaches hambrientos empezó a acercarse a nuestra casa cada día al anochecer en busca de comida. Nos fue imposible no ayudarlos, y empezamos a comprarles galletas de perro, que guardábamos en un cobertizo detrás de la casa. Dado que los pobres mapaches no tenían glándulas salivales, yo solía sacar primero una olla con agua para que pudieran humedecer su comida. Luego, en cuanto abría el cobertizo y sacaba la bolsa de papel con las galletas, se arremolinaban a mi alrededor.

Sin embargo, muy pronto descubrí que, apenas oían el ruido de la bolsa de papel, los mapaches empezaban a salivar: la saliva caía literalmente de sus fauces. ¡Y eso que no tenían glándulas salivales! Después de eso, probé a darles de comer sin la olla de agua. No pareció importarles: comían de todas formas. Si el agua estaba allí, la usaban; si no estaba, se iban derechos a la comida.

Sigo sin saber por qué a los mapaches les gusta mojar sus alimentos en el agua; supongo que los lavan.

La moraleja es que, por muy plausible que parezca una teoría, el experimento tiene siempre la última palabra.”

(Robert L. Park, en su libro “Ciencia o vudú”)

Visto en Amazings
Comparte: